Recordemos que, para sumar vida a los años, no hay edad, y para llenarte de fuerza no hay límites temporales. El único fracaso es NO VIVIR.
Por Jaime Ancajima. 30 octubre, 2020.Hoy día, muchas cosas son rápidas, desechables y fáciles. Vivimos en una época de mucha tecnología, de bastante materialismo y de consumismo. La música, las películas, la información y los hechos se suceden uno tras otro sin darnos tiempo a asimilar lo rápido de la vida; y, de pronto, nos hallamos terminando el colegio, una carrera, casados, con hijos, abuelos y jubilados.
Creo firmemente en la educación, la inteligencia emocional, la importancia de la autoestima, la resiliencia y todo lo que haga crecer al ser humano en todas sus dimensiones. Por eso, sostengo que la niñez es la parte más importante del ser humano para su desarrollo fisco, mental y social.
Durante la niñez debemos cuidar los sentimientos de nuestros hijos, no maltratarlos psicológicamente ni dejarle huellas o cicatrices en su alma. Todo lo contrario, debemos regalarles emociones, alegrías, y educarlos con mucho amor, claro está, sin dejar de hacerles ver lo que está bien o mal y la importancia del respeto a sus mayores.
La adolescencia es la etapa más difícil del ser humano, por ello, debemos respetar los sueños de nuestros hijos adolescentes y aconsejarlos para que decidan estudiar la carrera que elijan y lleven a cabo un plan de vida correcto e idóneo, y así logren sus sueños.
En cuanto lleguemos a la edad adulta, debemos desarrollar nuestro plan de vida, llevar a cabo nuestros sueños, ser felices con todas nuestras experiencias, aprender de nuestros errores, formar una familia y desarrollar la carrera elegida. Al llegar a los 40 o 50 nos damos cuenta de que estamos entre dos generaciones que evidencian lo efímera que es la vida.
Finalmente, en la vejez, debemos tomar conciencia de muchas cosas. En primer lugar, es todo un privilegio llegar a esa edad, pues muchos mueren antes. Además, es toda una bendición llegar a esta etapa de la vida con salud, familia y un hogar en el cual vivir.
Recordemos que, para sumar vida a los años, no hay edad, y para llenarte de fuerza no hay límites temporales. El único fracaso es NO VIVIR. Aprendamos a convivir con las arrugas, las canas y la sabiduría que nos da el paso de los años. Las canas, las arrugas y los surcos son el reflejo de nuestros aprendizajes y experiencias, de las flechas que nos hirieron y de las asas de nuestras mochilas cargadas durante tanto tiempo con sufrimientos, temores, lamentos, necesidades creadas, relaciones tóxicas, ¡y más!
No dejemos que nuestros miedos frenen nuestra vida. Atesoremos instantes y nunca, pero nunca, renunciemos a la vida que queremos vivir.
Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.